Cuando llega el tío Lito, a Ema se le cae el alma al suelo. El tío Lito es chistoso por naturaleza, pero todos sus chistes se los hace a Ema: el del gancho en la oreja, el del tornillo en el ombligo o el del cachete… Cada uno es peor que el otro, y, por si fuera poco, repite cada uno no menos de cinco o seis veces por ocasión. Afortunadamente aparece Emota y las cosas dan un giro completo para el tío Lito.
Todos hemos tenido un tío así, y probablemente todos hemos imaginado una venganza como ésta.